¿De donde m... voy a sacar la plata?

Las dos últimas películas más promocionadas del cine chileno fueron catalogadas como parte de una nueva generación donde ya la marginalidad no era el leit motiv de sus directores. Pero entre Se arrienda y En la cama, hay una distancia considerable de formas y tópicos.

La verdad es que la verosimilitud no es un aspecto central en ninguna película, ni novela, ni pintura, etc. Si uno pudiera analizar un film, si fuera un crítico hijoe..., creo que hay tres sentidos que podrían ser fundamentales: formas, discurso, y bueno, en alguna parte tiene que caber la sensibilidad de uno y de la obra. Pero como lo verosímil nunca ha sido lo central, jamás nos hemos preguntado de donde saca el dinero para viajar Indiana Jones, que sería como preguntarse cuando De Niro va ir a echar bencina en Taxi driver. La verdad, poco interesa. Pues bien, en Se arrienda, este pasa a ser uno de los temas centrales. ¿De donde m... voy a sacar la plata?. Aunque sea el cuestionamiento más del padre que del hijo interpretado por Cruz-Coke. El sistema en verdad no es criticado; si hay una crítica ésta sólo se esboza sutilmente: cuando Gastón Fernández les grita vendidos a los otros, uno se puede preguntar si esto no carece de ironía. Pareciera ser más bien un manifiesto del arte, de cómo éste dejó de ser alta cultura para volverse cultura de masas. Tal vez ahí uno podría entenderlo más, y entender de paso a su director, pero mal que mal, estamos en una sala de cine, donde esperamos con toda nuestra confianza que nadie nos va a hablar de Goethe, o de los detalles de la Divina Comedia.

Más que crítica al sistema parece que Se arrienda es una crítica al resentimiento del protagonista. Nunca podemos ver al personaje, cercano al suicidio, o con una crítica feroz al neocapitalismo. Parece entonces que el film careció de una mirada del director: uno no sabe bien si Cruz Coke va a militar en el Partido Comunista, o quiere seguir filmando a lo Tarkowsky, o de veras no tiene ganas de trabajar. El discurso pareciera enfocarse en la idea de que el sistema lo es todo, y lo aceptas o te mueres. No hay posibilidad de estar afuera, y pensar en el silencio. En este sentido la película tiene mucho de verosímil y la manera de resolverlo es a través del amor de una niña que se ve un tanto escolar. Tal vez es la verdad pura de la vida, pero no del cine....aquí no hay tristeza, si no más bien un niño malcriado. El ritmo de la película entonces se disuelve, y bien le habría hecho una escena de sexo al final. ¿El sistema entonces es el que “se arrienda” para uno poder vivir? Bueno, creo que eso ya lo sabe un niño cuando se da cuenta que el viejo pascuero... . Por eso podría ser más bien una comedia de la melancolía, donde se sabe muy bien que el derecho a no estar de acuerdo, no existe.

Distinto es el caso de En la cama, donde el sexo está como pocas veces filmado sin las ataduras propias de la conciencia nacional. El comienzo es notable, pero al poco andar de la película entendemos que el arquetipo de los desconocidos en la cama, todos los silencios, todas las distancias, toda la soledad de los pesonajes, es el sentido del film. Todo el amor y el sexo de Daniela y Bruno, contiene más soledad y crítica que todos los caprichos de Gastón Fernández. Así, sólo quedaba cuidar las formas, que como pocas veces en el cine nacional parecen cuidadas detalladamente. Los dos actores contribuyen a eso y parecen muy por encima de sus performances de teleseries. Aquí parece existir una crítica al sistema que sobrepasa las formas habituales, es decir, en el sexo que se transforma en amor, en la violencia al interior de las relaciones, en la soledad de los personajes, en la mentira, estamos también metidos: a veces el sentido se nos escapa y no sabemos bien por donde va la cosa. Que Bruno diga que se llama Johnatan, que Daniela diga que no quiere saber más, junto a un desconsolado abrazo, pareciera salir desde la cama para proyectarse en una mirada mucho más desgarradora sobre nosotros.